(Por José Thomas, Director General de Escuelas)
Mucho se ha escrito sobre el General San Martín. Su perfil de gran militar. Sus dotes de estratega y su astucia política. Su liderazgo para conducir el proceso emancipatorio. La importancia que para él tenía la generación de una formación integral de los ciudadanos. El apego metodológico al cumplimiento de las normas. El respeto por la ley. Su valoración ética y moral cuando tuvo que tomar decisiones en momentos cruciales de su vida. Mucho se ha escrito además de su coraje en batalla, pero también para soportar fuertes presiones políticas. Su formación cultural. Su generosidad y humildad.
Miles de páginas se han llenado también resaltando el heroico cruce de Los Andes. Capítulos, y más páginas, sobre su condición humanista; el respeto por el medio ambiente; la importancia que le brindara al cuidado de la salud pública; la inteligencia con que manejaba la comunicación. Y qué decir sobre el cambio radical que produjo su paso como Gobernador Intendente de Mendoza, transformando su matriz económica, productiva, cultural y política para siempre. Hasta tal punto su identificación con Mendoza que se denomina el Sillón de San Martín al mayor espacio simbólico y político que llegan los gobernadores mendocinos. Fue en Mendoza donde pensaba terminar sus años de vida. La conmemoración del día del padre se recuerda el día del nacimiento de su hija. La calle más importante de la provincia lleva su nombre, al igual que la biblioteca más referencial que se creó en su gestión. De eso también más, y más páginas han llenado muy justamente libros, diarios, discursos.
Pero para no reincidir en reiterar consideraciones, citas o merecidos elogios sobre San Martín me detendré en dos actitudes que diariamente observo, no solo en este honroso camino como servidor público en la Dirección General de Escuelas, sino que siempre lo observé en mis más de dos décadas como docente. Ambas están muy presentes en el Gran Capitán y se reflejan en las escuelas. Son dos situaciones históricas que tienen un directo correlato en la vida de nuestros maestros.
1- La enorme gesta libertadora de San Martín, y su épico cruce de Los Andes, es considerado en el mundo entero, y es estudiado en las academias militares de todos los países como una de las proezas más relevantes de la historia militar universal. La gesta “libertadora” ha sido comparada con otras “hazañas” llevadas a cabo por líderes como: Aníbal, Atila, Alejandro Magno o Napoleón. Pero la diferencia fundamental es que la acción libertadora sanmartiniana fue puramente “libertadora” . Las otras expediciones, conquistadoras e imperiales, anteriormente nombradas buscaban tierras o el sometimiento de los pueblos conquistados. En cambio, el ejército libertador peleará por lo que recién disfrutaran sus descendientes: la libertad propia y de los pueblos liberados. Eso es un reflejo cabal de lo que a diario viven nuestras maestras y maestros. Están gestando un hecho emancipatorio desde la educación que no alcanzaran a ver. Ese hecho generoso y educativo, que tendrá continuidad, es la tarea insoslayable del docente. Esa es su acción libertadora. Están cultivando para el bienestar futuro de los ciudadanos. Esa es la relevante y emotiva tarea del maestro.
2- Otro hecho histórico donde también podríamos reflejar la acción sanmartiniana con la tarea docente estaría vinculado con la convicción para buscar tenazmente los objetivos establecidos. Cuando San Martín llegó a Mendoza tenía claramente determinado como objetivo arribar a Perú por mar desde Chile, para una vez en Lima completar el plan de liberación continental americano. En ese tiempo Chile contaba con un gobierno patrio. Los aprontes finales del ejército y su preparación antes de zarpar a Perú se harían con la tranquilidad de estar en una tierra aliada. Lo mismo que la presión de tener que pasar la cordillera desde Mendoza sería sabiendo que tras Los Andes esperaba un escenario en armonía con los objetivos planteados. Pero todo cambió súbitamente. En octubre de 1814, tras la derrota patriótica de Rancagua, los españoles reconquistan Chile. Todo lo pensado de antemano debió ser adecuado al nuevo y complejo escenario. El objetivo que era llegar a Perú debía sortear una prueba imprevista: también recuperar Chile. Tamaña empresa para no dejar el objetivo se cumplió. Chile fue liberado y se pudo zarpar a Perú para obtener su emancipación.
Eso también es un reflejo de la acción docente, y lo vemos a diario en todo el sistema educativo. Cuando hay convicción sustentada en objetivos claros, firmes y pensados, pueden surgir dificultades o inconvenientes, pero lo planificado se lleva adelante. Puede una pandemia trastocar todo lo previsto, pero la vocación docente y la credibilidad en los objetivos preestablecidos están haciendo que el hecho educativo no se detenga. Así como tras la derrota de Rancagua la campaña sanmartiniana no bajó los brazos y cumplió sus objetivos, el sistema educativo mendocino tampoco. Supervisores, directores y docentes en pandemia, siguen movilizándose en pos de su campaña emancipatoria: “que los chicos aprendan”.
El General San Martín siempre destacó el coraje de las mendocinas y de los mendocinos. Mendoza, donde todo se hace”; supo escribir. Esa es la gran enseñanza que el sistema educativo sigue dándonos diariamente. En nuestras escuelas, “las cosas se hacen”. Hoy más que nunca. Y como en la cueca de Hilario Cuadros y Félix Pérez Cardozo, donde un arriero ruega ante el Cristo Redentor por las almas de sus paisanos que se habían enrolado en el ejército libertador, hoy la docencia mendocina se ha convertido en los Granaderos que sostienen el legado de San Martín. Ellos hicieron posible, más allá de la grandeza incomparable de San Martín, que se cumpliera el objetivo. Los humildes y anónimos Granaderos. Ellos, como hoy lo hacen nuestras maestras y maestros de Mendoza.