Hubo una opción para «quien en vida fuera Celina», Vivir.
Se registra un grave acontecimiento en Argentina, febrero del año 2007.
Aparentemente un homicidio simple en grado de tentativa.
Alguien llamó a la muerte a través de un arma de fuego y causó un evento cuántico.
Las conclusiones diagnosticaron una marca para siempre, un padecimiento crónico, el gran mal (E), en la cabeza de «quien en vida fuera Celina».
La cabeza de aquella singularidad sigue funcionando atravesada por un Wincherster calibre 36 (arma de fuego).
El área frontotémporo parietal derecha explotada, real, imaginaria, simbólica y literalmente.
Todo lo acontecido dejó su sien hecha un historial silenciado, cerrado, absuelto.
Hasta que se cansó de serlo y un aire fresco, le comentó al viento y este desarchivó aquel historial enmudecido, olvidado.
El viento, decidió darle oxígeno y luz a las huellas jurídicas, clínicas e intenta susurrar a otras subjetividades que atraviesan o atravesaron algún padecimiento a desenmarañar lo oculto dándole luz.
Este, le prometió a «quien en vida fuera Celina» que elevaría su alma al cielo.
En el silencio de la SILENCIADA, entró una mística y desconocida coordenada área habilitando también un cuerpo parlante en la tierra.
Hasta que la sonoridad, irrumpió con el poder de la palabra.
Las palabras estaban esperando el cuerpo de «quien en vida fuera Celina».
Silenciada porque para ella en aquella instancia el mundo debía callar y esperarla para tal vez lograr habilitar su nombre.
Allí se vuelve etérea transitando lo mágico y habilitando cuasi atornillada el criterio de realidad, militante del sentido común a esfuerzo de no transitar la «locura» más de los márgenes permitidos.
«Quien era en vida Celina», ¿despertaría de un coma profundo luego del caos atravesado?
Para el mundo, un caso más de violencia machista y una comatosa en un hospital público.
La condición de su estado, era complejo y llevaba la incertidumbre del TIEMPO entre otras variables.
También el pequeño detalle, llamado «palabra».
El viento la habitó. Seré tu narrador exclamó.
Ella susurró que despertar lleva el tiempo de «un instante».
Pero el SILENCIO poblaba el instante.
El regalo que nos da el amor es la vida.Amores que sostienen y dan sentido.
Habiendo sufrido las decepciones de las elecciones anteriores, un ángel llamado Flavia, ser de luz, fino espíritu se presentó.
Flavia es melodía de cello, escritora, filósofa y abogada defensora de injusticias, quien acompañaba a «quien en vida fuera Celina».
Cada vez que ella, abría o cerraba los ojos, en cada institución cerrada, transitada, Flavia la acompañaba de manera transversal.
Celina conoció el AMOR EN FORMA DE AMISTAD.
Alguien en quien confiar es la riqueza máxima de la vida.
La amistad tiene la potencia de salvar para siempre una existencia humana.
Así, «quien en vida fuera Celina» iba resignificando su vida saltando del por qué al para qué de la existencia.
La amistad es un amor disfrutable inacabadamente.
Por otra parte, Flavia cronológicos años posteriores al hecho delictivo, la acompañaba para lograr la medida cautelar.
Así, al obtener pruebas amenzantes, quedaba ratificado lo acontecido.
La repetición de él, en lo que es como ser, asentada.
Así, «quien en vida fuera Celina» pasaba a pertenecer enmarcada por el sistema en el plano de la justicia terrena, adjuntando también que existía y vivía.
Asentado y con punto final.
«Quien en vida fuera Celina», lo percibe como denunciar a «Krakatoa», denunciar que eligió una zona volcánica, eruptiva, por eso no cree que produzca algún cambio.
Aunque miles de mujeres mueren a causa de Femicidio, en cifras no registradas bajo el amparo de la justicia, sin alcanzar a tocar el «botón antipánico», otorgado por la misma Justicia.
Se aprende a no consumir violencia. Todo se aprende.
EL AMOR SALVA, rescata hasta el infinito, es un vínculo y un ejercicio.
«Quien en vida fuera Celina», en el despertar recuerda que este ángel mirándola le dijo: «Sólo un amigo es la vida dos veces»
En ese momento, Flavia y Celina se fusionaron en poesía, Flavia continúo: «Es de nuestro querido poeta mendocino Armando Tejada Gómez» y estalló un arco-iris en el desierto y en la ciudad de la furia.