El Jurado de Nivel Primario para el concurso de jerarquía directiva valora el esfuerzo y el compromiso de los concursantes puestos de manifiesto en esta primera instancia de evaluación. Pretende además aprovechar esta oportunidad para compartir las reflexiones en relación con los saberes enmarcados en las unidades desarrolladas durante el examen escrito.
Posicionarse en un examen escrito es complejo, sin embargo este accionar se pone de manifiesto en la selección y vinculación de los textos, como así también en la coherencia de lo expresado.
Consideramos que se torna necesario fortalecer y potenciar a lo largo del concurso, en las próximas etapas, aspectos relevantes para la gestión directiva, que promuevan una visión sistémica de la educación y respondan a la atención de la complejidad de relaciones cotidianas en las escuelas.
En primer término es propicio realizar la relectura de los lineamientos generales y los objetivos del concurso enmarcados en la resolución N° 2327-DGE-2016.
Es conveniente además considerar el título de cada unidad, esto facilita la articulación de los descriptores.
Es oportuno renovar la mirada integral del programa y la bibliografía correspondiente para favorecer la apropiación de los siguientes saberes:
– La reflexión en torno a la temática del derecho a la educación de cada alumno, que implica ponerlo en el centro y como eje de la tarea directiva y docente.
– La caracterización del sujeto-social del nivel primario. La incidencia del contexto y la sociedad del conocimiento en los modos de enseñar y aprender. Atención a la diversidad de trayectorias escolares.
– El reconocimiento de las características del nivel primario, su marco académico y las resoluciones que lo sustentan.
– La profundización de los enfoques curriculares que puedan dar elementos para propiciar la democratización del conocimiento desde la gestión.
– La promoción del trabajo docente como tarea colectiva, de modo que el proyecto educativo institucional sea consensuado y construido por todos los miembros de la comunidad a partir del diagnóstico contextual y en el marco de las políticas educativas que deben ser reconocidas por el colectivo.
– La comprensión de lo que implica la evaluación institucional participativa, que es mucho más que la evaluación áulica y de los aprendizajes, y la construcción de indicadores para la mejora.
– Finalmente es necesario que las comunidades docentes pongan énfasis en las construcciones sociohistóricas de los problemas de enseñanza y aprendizaje, pensando cómo abordarlos para afrontarlos, haciendo foco, primeramente en la mejora de las prácticas de enseñanza.