La existencia de una sola norma de corrección que contenga a todos los hablantes de español del mundo es un ideal que se persigue desde hace ya varios siglos. La complejidad que es propia de una lengua extendida entre tantos hablantes y por tantos territorios hace que ese ideal no pueda nunca realizarse por completo. Esto es verdad de cualquier lengua. En inglés, por ejemplo, existen divergencias en la ortografía de ciertas palabras de acuerdo a la región (program/programme, center/centre, color/colour están entre las más conocidas, pero las listas pueden incluir más de 1700 palabras, según los criterios).
El español, en su historia, ha logrado notables niveles de unidad ortográfica, pero algunas diferencias se han impuesto merced a que los hablantes de unas regiones y los de otras no tienen las mismas preferencias. Cuando se busca establecer la norma de corrección, siempre se da un debate entre restringir los usos a uno solo o dar cuenta de las diferentes posibilidades correctas aunque estén en conflicto entre sí.
A continuación, dos casos en los que este proceso se puede ver a través del tratamiento que recibieron en diferentes obras.
1. Extranjerismos
Sobre la aceptación de extranjerismos adaptados entre los hablantes de España y los de América:
El préstamo lingüístico es un fenómeno natural de cualquier lengua que, en tanto sirve para llenar un vacío léxico, la enriquece y optimiza sus posibilidades. Frente a esto, los dialectos de España tienden a ser algo estrictos, bien proponiendo y recomendando variantes expresivas —como es el caso de resumen por abstract, o de copia de seguridad en lugar de back-up—, bien de adaptación fonética y ortográfica —esto sucede, por ejemplo, con tuit, wifi, jipi o beicon—.
Contrariamente, el español americano —y, dentro de este, el español de la Argentina— es más proclive a asimilar y utilizar los extranjerismos crudos, sin modificación alguna. Así, se prefiere elite, con la pronunciación francesa [elít], en lugar de élite o elite pronunciado [élite] o [elíte]; para iceberg, en el español de América está consolidada la pronunciación inglesa [áisberg] frente a la española [izebérg] o, en zonas de seseo, [isebérg]. En el Diccionario de la lengua española (Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española: Madrid, Espasa Calpe, 2014), aparece, por ejemplo, la adaptación bufé, que no tiene en nuestra variedad tantos usos como bufet o como la forma francesa buffet.
Dada esta preferencia por los extranjerismos puros, a menudo la adaptación de voces extranjeras propuesta por las obras de normativa no se asientan en el uso pues no son aceptadas por todos los hablantes. Tal es el caso de algunas de las recomendaciones del Diccionario panhispánico de dudas —publicado por las Academias del español en 2005—, como suvenir (grafía para evitar el francés souvenir), que finalmente no fue recogida por el Diccionario académico en su última edición, de 2014.
2. La palabra menú
En la voz menú, es posible observar una divergencia entre el Diccionario panhispánico de dudas (DPD) y la Nueva gramática de la lengua española (NGLE) en cuanto a la adecuada formación del plural de aquella palabra, producto de buscar representar mejor a todas las variedades del español.
El artículo del DPD define, afirma y recomienda:
menú. ‘Conjunto de platos que constituyen una comida’, ‘carta de un restaurante’ y, en informática, ‘conjunto de opciones que aparecen en pantalla’. El plural asentado en la lengua culta es menús. «Pedí uno de los menús y una botella de burdeos» (SchzOstiz Ilusión [Esp. 1989]). Se desaconseja el plural menúes.
Es decir, el DPD aconseja no emplear la forma menúes en un uso culto.
Por su parte, la NGLE incluye menú en una serie de palabras cuya terminación en ú tónica, según la normativa, determina que la formación del plural sea agregando solamente la s final. Lo mismo se encuentra, hasta aquí, en el DPD, expresado en su artículo general sobre el plural. La diferencia viene inmediatamente después, al observar la Gramática el uso particular —es final— de algunas regiones americanas:
Admiten solo la forma en -s algunas voces terminadas en -ú tónica procedentes en su mayoría de otras lenguas: champús, cucús, menús, tutús, vermús. No obstante, en las áreas rioplatense y, en menor medida, en la andina y parte de la caribeña, alternan champú/champúes y menú/menúes.
Los ejemplos que asienta la NGLE son, respectivamente, de España y de Argentina: “Si queréis hago la lista de unos menús semanales. (Gala, Invitados); Los menúes llegaban a combinar pizza, fideos y moscato (Ramos / Lejbowicz, Corazones)”.
Para ilustrar más este uso plural en la lengua culta de ciertas áreas de nuestro continente (en particular la rioplatense), incluimos aquí otros dos ejemplos:
Carretero, Andrés M. Vida cotidiana en Buenos Aires: Desde la Revolución de Mayo hasta la organización nacional (1810-1864). Buenos Aires: Planeta, 2001, p. 52: La enorme cantidad de platos que componían los menúes porteños ha dado lugar a dos mitos. […] La lectura de los menúes respectivos permite comprender que el gasto excesivo y abusivo corría por cuenta de los dineros públicos y por ello no había límites. De los mismos menúes se desprende que había que tener un estómago muy especial para poder comer todos los platos preparados y digerirlos normalmente.
El País, Montevideo, 30.07.2016: La cocina como fuente de trabajo, la expansión de la oferta en cantidad de locales y variedad de los menúes, más el aumento de turistas que visitan Uruguay a lo largo del año son causas de la afirmación o apertura de más escuelas de gastronomía.
En resumen, la Gramática, publicada cuatro años después y de tendencia más descriptivista, reconoce —apartándose del DPD— la validez del empleo, en la variedad culta de algunas regiones americanas, de ambas formas del plural de menú: menús o menúes.
Fuente: DILyF, AAL.